El martes pasado estuve en la inaguración de la catedra Phelps en la Maestría de Derecho y Economía de la Universidad de Buenos Aires, me toco participar del último panel luego que hablará el Prof. y Nobel en economía Edmund Phelps.
El panel fué divertido, me toco compartirlo con Guibert Englebienne de Globant y Ale Mashad y Silvia de Torres Carbonell de Endeavor Argentina. Eso estuvo bien. Pera la situación, y algunas particularidades del evento, me dejaron un poco tristón. Resulta que Phelps habla de la innovación, del rol fundamental del emprendedor, de aquel que toma riesgos y busca la forma de hacer mejor las cosas, de como compitiendo en el mercado, mas alla de las imperfecciones del sistema, se puede transformar el mundo y lograr mejorar muchas vidas. El ha observado y teorizado sobre esto. Y aca, en la Universidad de Buenos Aires, parecen reconocerlo y entonces crean una catedra en su honor...e invitan a distintas personalidades para la apertura de dicha catedra: embajadores y economistas de prestigio en nuestro país. Y periodistas. Y eso esta muy bien porque demuestra que los descubrimientos de Phelps y su mensaje son tenidos en cuenta y valorados. Aunque es inevitable advertir contradicciones e incoherencias. Porque después de Phelps nos toco hablar a los emprendedores, aquellos de quienes Phelps habla y a quienes reconoce como fundamentales para el desarrollo de una nación. Y en ese momento, los organizadores del evento (los titulares de la cátedra) pierden atención y las microfonos no funcionan y la sala se vacía. Y los pocos que quedan tienen que hacer un esfuerzo para poder escuchar porque hay ruido en las salas adyacentes. Triste...triste porque estaría bueno que hubiese interés por entender como se hace, que existiese un esfuerzo para observar de primera mano a aquellos que crean empleo y riqueza y que buscan impulsar el cambio desde la acción. Otra pequeña desilución nacional...
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